domingo, 12 de septiembre de 2010

Etapa 0: Viaje a Roncesvalles.

SEGÚN CAMINO.

El viaje a Pamplona desde casa se nos dió bien. Con madrugón eso sí, pero llegamos a las 11,30 y nos acercamos a la estación de autobuses a coger los billetes del bus a Roncesvalles para nosotros y las niñas ( o sea, Blanquita y Floricienta). Me había informado por teléfono de cómo sacar los billetes para las bicis porque en internet sólo aparece la opción de viajero y la supermegamaja chica de información de la estación me dice que sólo puedo sacar los billetes para las bicis en la taquilla de la estación y que yo veré si me arriesgo a tener plaza para nosotros y no para las bicis. Pá matarla!, el chico de la taquilla me dice que con quien habré hablado porque lo que se hace es sacar por internet las plazas de viajero y llamar a la compañía para que cuenten que vamos a llevar dos bicis y ya pagaremos al llegar. Menos mal que no tuvimos problemas y tuvimos plaza todos!.


Cogimos el bus a las 16,00 y las 16,50 ya estábamos en Roncesvalles. Es un sitio precioso pero muy pequeño, de apenas 4 casas y nos pasamos por la oficina del peregrino a rellenar la estadística y a poner nuestro primer sello en nuestra bonita credencial (gracias de nuevo, Gabriel!). Ahí Víctor ya entabló conversación con un tipo muy majo de Vic, que va a hacer el Camino sólo en bici. Nos fuimos al hotel, dejamos las cosas y hala, a tomar una cervecita hasta la hora de la misa del Peregrino en la Colegiata, que es a las 19:00 h.



La misa es como otra misa cualquiera, la diferencia está en que enumeran todos los paises de procedencia de los peregrinos, que eran un montón y que al final se imparte la bendición al peregrino, para que le vaya muy bien en el Camino. Puedo deciros que hasta ese momento no tenía conciencia de ser peregrina, parece que no te situas o no te lo crees, pero ese momento es especial y me sentí una peregrina más.

De ahí a cenar y a dormir, que el día siguiente es largo.


SEGÚN VÍCTOR.

Peazo madrugón, pero mereció la pena porque el viaje lo hicimos perfecto: casi solitos por la carretera y sin paradas hasta Pamplona; sacar los billetes de bus y devolver el coche de alquiler y a las 13:00 éramos libres para hacer lo que quisiéramos por la ciudad. ¿Libres?. No, porque con las bicis encima y con las alforjas puestas, no es que puedas hacer gran cosa por una ciudad. De modo que a buscar un parque (al lado de la estación hay uno magnífico), a buscar un banco a la sombra y a hacer tiempo hasta que salga el bus (con bocata y siesta de por medio).



El viaje en bus es rápido y movido: las carreteras con curvas es lo que tienen. Las bicis perfectamente colocadas en la bodega del bus en Pamplona aparecen desperdigadas por la misma bodega al llegar a Roncesvalles. Pero tampoco nos vamos a cabrear ya el primer día ¿no?. Pues nada, a sellar la credencial, y a buscar nuestro hotel (hoy vamos de ricos) para deshacernos de las bicis y sus alforjas. Reparadora cerveza después, paseo por el pueblo (en cinco minutos lo has visto todo, y no es porque no haya cosas bonitas, sino porque es muy pequeño) y misa del peregrino. No sé si es porque era sábado, pero señores: "lleno total en la iglesia". ¡Cómo controlan el latín los extranjeros!. Porque a la que venía una salve, allí cantaban todos. En fin, que sea cual sea tu opción religiosa, creo que es interesante y hasta bonito asistir. Creo que es el primer momento de integración en el mundo peregrino.

Después cena y al sobre a las 22. Mañana más.

1 comentario:

  1. Di que si... el primer dia por todo lo alto... en hotel... Y el resto, si tercia, también.

    Gabriel

    ResponderEliminar